Mi vida de soltera era común y simple , compartia la casa con mis padres o mejor dicho ellos compartian la casa conmigo, y con el menor de mis hermanos. Mis responsabilidades bajo el techo amoroso de mis progenitores era limitada, aportaba algo economicamente y en tareas domesticas casi no me involucraba. En mi espacio privado reinaba el caos y a mí eso me venia bien, tanto que me molestaba cuando mi madre cansada de mi desbarajuste, entraba imponiendo limpieza y orden.
Trabajaba fuera 5 días a la semana y el fin de semana me dedicaba a vivir mi vida... lo que podía significar quedarme en reposo la mayor parte del día viendo televisión por cable o escaparme con mis "yuntas" a algún lugar a divertirme, claro esta, sin medir en gastos, ya que trabajaba para mis necesidades, administraba bastante bien el dinero y jamás andaba escasa.
Planes o tareas que cumplir, bien pocas, aunque a menudo me sentía estresada y superada por la vida. Podía llamarme una joven feliz, aunque acostumbraba a caer en fuertes depresiones... y así transcurría mi vida hasta que la imagen alta, delgada y morena de mi esposo se cruzo en mi vereda... Debo reconocer que cuando me propuso matrimonio y acepte de buena gana (loca de alegría seria la descripción correcta) no medite mucho sobre los cambios en mi vida que involucraría tamaña decisión, solo me lance de cabeza y sin casco a esta enorme Empresa que significa el matrimonio... Solo después, a medida que se acercaba la fecha impuesta por el Registro Civil, me senté un segundo, pero solo un segundo, a pensar en las cosas que debería dejar a tras y en las enormes responsabilidades que asumiría al celebrar ese "contrato matrimonial"... pero era demasiado tarde, estaba enamorada hasta las "patas" y viento en popa con mi matrimonio... Mi felicidad supo acallar bastante bien al pepe grillo de mi conciencia...
3 comentarios:
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No hay duda, te hizo falta un casco, pero no importa, lo estas haciendo bien, te lo dice la experiencia, se han acomodado en un orden grato, en tu departamento se respira ese entrañable aire de hogar, ese acogimiento, que, por ejemplo, no tiene la casa de nuestro hermano mayor, tan bilipendiado el pobre. Tu esposo, ha sido un buen camaleon, para adaptarse a nuestras personalidades OrtizTapias, tan diferentes unos de otros, eso sin duda a sido un buen cojin de impacto. Sumando y restando, es mejor la vida conyugal, que la solteria.
Afortunadamente solo por un segundo te sentaste a pensar en las posibilidades. Tal vez, ahora con mas antecedentes (los necesarios y reales) el Pepe Grillo de tu concienca habría logrado acallar tu felicidad, uf, guaaaa, que susto!!!. Sigue siendo tu vida común y simple?, creo que en el mejor de los casos común nos calificaría bien, no se si simple, tu sabes.
Te amo mucho y estoy muy enamorado de ti y de nuestros dias como el de ayer por ejemplo, TV, viento, sofá, "siesta", nosotros.
El camaleón, ja.
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