jueves, 11 de octubre de 2007

Y dije si!!!!

Cuando la jueza me pregunto muy formalmente si aceptaba a Cristian como mi legitimo esposo... dije Si!!!, un sí de corazón, firme y rotundo, sin vacilación, ni asomo de duda... Y una vez finiquitado el asunto saltaba loca de felicidad de unir mi vida a este hombre maravilloso que amaba tanto, pero claro, nada medite sobre los cambios que mi vida experimentaría a partir de esa firma...

Tampoco lo hice en las horas siguientes... una vez legalmente casados nos vimos arrastrados por la marea de la fiesta de matrimonio y no hubo mucho tiempo para pensar, meditar o sopesar el asunto... simplemente nos encaminamos a la vida en común envueltos en un torbellino de emociones, sentimientos y sueños que obnubilaban nuestra mente...

Recuerdo que el primer golpe de realidad lo recibí cuando aborde el bus que nos llevaría a Valdivia para disfrutar de nuestra luna de miel... Encontrabame yo, risueña, despreocupada y feliz asomada a la ventana despidiendo a mis padres que aguardaban silenciosos en el anden, cuando descubri en sus ojos una gran preocupación... fue entonces cuando sospeche que algo trascendental había sucedido en mi vida y yo no lo había advertido.

Pensando con mas claridad y menos entusiasmo, note que era la primera vez en mis 25 años que emprendía un viaje tan largo sin la compañía paterna y que ahora estaría a mas de 900 kilómetros junto a una persona con la que jamás había vivido... Además, descubri que, aunque con Cristian llevábamos cerca de 8 meses de "noviazgo", no habiamos pasado nunca una noche a solas... bueno la unica noche que habíamos pasado en soledad, era la de bodas y ustedes comprenderan que "aquella noche" no podia ser un referente.
Fue así, en ese bus con destino a Valdivia, que intuí por primera vez, que mi vida estaba experimentando un cambio significativo y comprendí, con un poco de temor y recelo, que ese hombre del que tan poco sabia, era con quien compartiria todos mis amaneceres a lo largo de los futuros años ...
Mientras el bus se alejaba lentamente del andén, de mis amados padres y de mi vida de soltera, me senté junto a él, callada y francamente preocupada, con ganas de bajarme corriendo del bus a esconderme en los seguros brazos de mis padres... Pero entonces él, como adivinando mis temores, me miro con sus ojos dulces y sabios, sonrió tiernamente, murmuro un Te Amo!! y me beso suavemente... Mi corazón se lleno de amor, ternura y pasión y todo el miedo y preocupación se esfumaron...
Por lo menos hasta nuevo aviso...

viernes, 5 de octubre de 2007

Mi yo soltero...

Mi vida de soltera era común y simple , compartia la casa con mis padres o mejor dicho ellos compartian la casa conmigo, y con el menor de mis hermanos. Mis responsabilidades bajo el techo amoroso de mis progenitores era limitada, aportaba algo economicamente y en tareas domesticas casi no me involucraba. En mi espacio privado reinaba el caos y a mí eso me venia bien, tanto que me molestaba cuando mi madre cansada de mi desbarajuste, entraba imponiendo limpieza y orden.
Trabajaba fuera 5 días a la semana y el fin de semana me dedicaba a vivir mi vida... lo que podía significar quedarme en reposo la mayor parte del día viendo televisión por cable o escaparme con mis "yuntas" a algún lugar a divertirme, claro esta, sin medir en gastos, ya que trabajaba para mis necesidades, administraba bastante bien el dinero y jamás andaba escasa.
Planes o tareas que cumplir, bien pocas, aunque a menudo me sentía estresada y superada por la vida. Podía llamarme una joven feliz, aunque acostumbraba a caer en fuertes depresiones... y así transcurría mi vida hasta que la imagen alta, delgada y morena de mi esposo se cruzo en mi vereda... Debo reconocer que cuando me propuso matrimonio y acepte de buena gana (loca de alegría seria la descripción correcta) no medite mucho sobre los cambios en mi vida que involucraría tamaña decisión, solo me lance de cabeza y sin casco a esta enorme Empresa que significa el matrimonio... Solo después, a medida que se acercaba la fecha impuesta por el Registro Civil, me senté un segundo, pero solo un segundo, a pensar en las cosas que debería dejar a tras y en las enormes responsabilidades que asumiría al celebrar ese "contrato matrimonial"... pero era demasiado tarde, estaba enamorada hasta las "patas" y viento en popa con mi matrimonio... Mi felicidad supo acallar bastante bien al pepe grillo de mi conciencia...